Tengo como
media hora mirando a la página de Word, completamente en blanco, no solo la página
sino mi mente también, quiero escribir sobre ser agradecido ahora que se acerca
la celebración del día de acción de gracias y no tengo nada que decir. Me entro
un miedo y una culpa ¡Que para que les cuento! ¿Sera que no soy agradecida y no
tengo ninguna experiencia de la cual me valga para escribir? Y de repente me
salvo la vida mi hijo, ¡Siempre he dado gracias a Dios por su presencia, por
sus experiencias, por su amor! Y así voy a empezar.
Yo soy
madre de milagro, el primer milagro se me cumplió cuando me quitaron quistes de
mis ovarios y pude embarazarme, mi hijo nació prematuro de 6 meses y medio de
embarazo y fue cuando se me dio el segundo milagro. Pese a las pocas
posibilidades de vida y sin que le funcionara el hígado, el estómago y los
pulmones, mi hijo anda por ahí vivito y coleando. Fue cuando empecé a sentir
esa necesidad de mirar al cielo, esa conciencia de un ser superior, y cuando
por fin salió de la incubadora ¡Fui la mujer más agradecida del mundo! La vida
no fue fácil para nosotros, mas sin embargo el ser madre fue un despertar a la
verdadera responsabilidad de tener una vida de lucha, ya no estaba sola, ya no
luchaba solo por mí.
A partir de
mi maternidad fue cuando deje de sentir que todo lo que pasaba o lograba era
simplemente merecido, me di cuenta que todo era parte de una lucha que en
realidad todos peleamos, muchos pasaban por lo mismo que yo, las mismas
desgracias pero diferentes resultados, en muchos casos, muchas mujeres que así
como yo trataban de ser madres no lo habían logrado, muchas que buscaban sacar
a sus hijos adelante fracasaban, muchas que aplicaron por el mismo trabajo no
lo obtuvieron, muchas que deseaban superarse se quedaron en el camino, y a mí,
como gracia divina, se me dio. Por supuesto que no fue fácil, ni tampoco de
gratis y mucho menos de la noche a la mañana o sin ningún esfuerzo, pero al
fin, cuando muchas buscaban lo mismo y dieron lo mismo que yo o tal vez más, no
estaban en mi misma situación ni con las mismas satisfacciones.
Desde
entonces he agradecido a esa fuerza superior, que muchos llamamos Dios, por mis bendiciones,
por mis logros y hasta por mi llanto. También he aprendido a poner en sus manos
mi futuro y decidí vivir mi presente, aprendí a quejarme y luego arrepentirme y
buscar pronto a mí alrededor algo que me motivara a continuar. Mi vida no es trágica,
pero sí muy difícil, y al mismo tiempo muy divertida y aun cuando olvido a Dios
muchas veces y otras le reclame, a partir de mi embarazo me he sentido
bendecida.
Si vemos la
vida de los demás nos daremos cuenta que todos vivimos semejanzas, no hay nadie
ni mejor ni más jodido, y no estoy hablando de cosas materiales, estoy hablando
de lo espiritual, de la experiencia de vida, incluso aquel que no cree en que
una fuerza superior esta con él, vive en su entorno y a su modo lo mismo que
nosotros, alegrías y sin sabores, incluso aquel que carece de movilidad, de
salud, de fe… vive una vida como la de nosotros. El único sentimiento que nos
hace diferentes es el agradecimiento, ¿Qué tan agradecidos somos con la vida? Y
no hablo del agradecimiento anual, ese que celebramos y que discutimos sobre su
historia en el día de acción de gracias, hablo del agradecimiento diario, de
ese que nos hace levantar la mirada al cielo, suspirar, sonreír y finalmente dar gracias, a quien sea y en
quien tu creas.
Ser
agradecido no es un don, es una costumbre, una práctica que aprendemos, una enseñanza
de la vida, una cultura, una educación. No podemos esperar que nuestros hijos
sean agradecidos sin enseñárselo, ser agradecido se aprende, se tiene que vivir
a diario, y lo más triste es que no hay un libro que nos diga como
transmitirlo, ya ven yo, abrí mis ojos al agradecimiento hasta que fui madre y empecé
a sentirme bendecida hasta que vi mis logros, así que está en nosotros
transmitir el agradecimiento a nuestros hijos, y la mejor manera es cuando nos
ven suspirar, sonreír y decir “Gracias Dios mío por un hermoso día mas… lleno
de tropiezos”.
Yo la
verdad no creo en la religiones, pero creo mucho en un ser supremo y me gusta
llamarlo DIOS, creo fervientemente en que el me quita las piedras del camino
cuando estoy lista y me pone piedras para bajarme de mi nube, creo
fervientemente en que DIOS me pone gente para aprender y para enseñarle y luego
algunas tendrán que irse de mi lado, incluso aquellas que adoro y me duele
dejar ir, creo en que DIOS me guía al triunfo y me pone en el fracaso, pero también
creo en el “Libre albedrío” yo siempre decido y soy cien por ciento responsable
de todo lo que me pasa, y por eso también estoy agradecida aun cuando la
responsabilidad como ser humano crece y me agobia, porque gracias a mi nivel de
responsabilidad mis culpas disminuyen y mi carga se aligera. Como dice la canción:
GRACIAS A LA VIDA… QUE ME HA DADO TANTO”
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