jueves, 24 de noviembre de 2011

Agradecido…




Tengo como media hora mirando a la página de Word, completamente en blanco, no solo la página sino mi mente también, quiero escribir sobre ser agradecido ahora que se acerca la celebración del día de acción de gracias y no tengo nada que decir. Me entro un miedo y una culpa ¡Que para que les cuento! ¿Sera que no soy agradecida y no tengo ninguna experiencia de la cual me valga para escribir? Y de repente me salvo la vida mi hijo, ¡Siempre he dado gracias a Dios por su presencia, por sus experiencias, por su amor! Y así voy a empezar.

Yo soy madre de milagro, el primer milagro se me cumplió cuando me quitaron quistes de mis ovarios y pude embarazarme, mi hijo nació prematuro de 6 meses y medio de embarazo y fue cuando se me dio el segundo milagro. Pese a las pocas posibilidades de vida y sin que le funcionara el hígado, el estómago y los pulmones, mi hijo anda por ahí vivito y coleando. Fue cuando empecé a sentir esa necesidad de mirar al cielo, esa conciencia de un ser superior, y cuando por fin salió de la incubadora ¡Fui la mujer más agradecida del mundo! La vida no fue fácil para nosotros, mas sin embargo el ser madre fue un despertar a la verdadera responsabilidad de tener una vida de lucha, ya no estaba sola, ya no luchaba solo por mí.

A partir de mi maternidad fue cuando deje de sentir que todo lo que pasaba o lograba era simplemente merecido, me di cuenta que todo era parte de una lucha que en realidad todos peleamos, muchos pasaban por lo mismo que yo, las mismas desgracias pero diferentes resultados, en muchos casos, muchas mujeres que así como yo trataban de ser madres no lo habían logrado, muchas que buscaban sacar a sus hijos adelante fracasaban, muchas que aplicaron por el mismo trabajo no lo obtuvieron, muchas que deseaban superarse se quedaron en el camino, y a mí, como gracia divina, se me dio. Por supuesto que no fue fácil, ni tampoco de gratis y mucho menos de la noche a la mañana o sin ningún esfuerzo, pero al fin, cuando muchas buscaban lo mismo y dieron lo mismo que yo o tal vez más, no estaban en mi misma situación ni con las mismas satisfacciones.

Desde entonces he agradecido a esa fuerza superior,  que muchos llamamos Dios, por mis bendiciones, por mis logros y hasta por mi llanto. También he aprendido a poner en sus manos mi futuro y decidí vivir mi presente, aprendí a quejarme y luego arrepentirme y buscar pronto a mí alrededor algo que me motivara a continuar. Mi vida no es trágica, pero sí muy difícil, y al mismo tiempo muy divertida y aun cuando olvido a Dios muchas veces y otras le reclame, a partir de mi embarazo me he sentido bendecida.

Si vemos la vida de los demás nos daremos cuenta que todos vivimos semejanzas, no hay nadie ni mejor ni más jodido, y no estoy hablando de cosas materiales, estoy hablando de lo espiritual, de la experiencia de vida, incluso aquel que no cree en que una fuerza superior esta con él, vive en su entorno y a su modo lo mismo que nosotros, alegrías y sin sabores, incluso aquel que carece de movilidad, de salud, de fe… vive una vida como la de nosotros. El único sentimiento que nos hace diferentes es el agradecimiento, ¿Qué tan agradecidos somos con la vida? Y no hablo del agradecimiento anual, ese que celebramos y que discutimos sobre su historia en el día de acción de gracias, hablo del agradecimiento diario, de ese que nos hace levantar la mirada al cielo, suspirar, sonreír  y finalmente dar gracias, a quien sea y en quien tu creas.

Ser agradecido no es un don, es una costumbre, una práctica que aprendemos, una enseñanza de la vida, una cultura, una educación. No podemos esperar que nuestros hijos sean agradecidos sin enseñárselo, ser agradecido se aprende, se tiene que vivir a diario, y lo más triste es que no hay un libro que nos diga como transmitirlo, ya ven yo, abrí mis ojos al agradecimiento hasta que fui madre y empecé a sentirme bendecida hasta que vi mis logros, así que está en nosotros transmitir el agradecimiento a nuestros hijos, y la mejor manera es cuando nos ven suspirar, sonreír y decir “Gracias Dios mío por un hermoso día mas… lleno de tropiezos”.

Yo la verdad no creo en la religiones, pero creo mucho en un ser supremo y me gusta llamarlo DIOS, creo fervientemente en que el me quita las piedras del camino cuando estoy lista y me pone piedras para bajarme de mi nube, creo fervientemente en que DIOS me pone gente para aprender y para enseñarle y luego algunas tendrán que irse de mi lado, incluso aquellas que adoro y me duele dejar ir, creo en que DIOS me guía al triunfo y me pone en el fracaso, pero también creo en el “Libre albedrío” yo siempre decido y soy cien por ciento responsable de todo lo que me pasa, y por eso también estoy agradecida aun cuando la responsabilidad como ser humano crece y me agobia, porque gracias a mi nivel de responsabilidad mis culpas disminuyen y mi carga se aligera. Como dice la canción: GRACIAS A LA VIDA… QUE ME HA DADO TANTO”

viernes, 11 de noviembre de 2011

ENVIDIA


Definitivamente el término “Envidia” ya sea, tomado del diccionario o de la lengua popular, es 100% negativo, la envidia es un mal que nuestra sociedad le ha donado a las féminas, como si los hombres fueran exentos de malos sentimientos. En fin, el hecho es que nosotras las mujeres usamos la envidia, o por lo menos la palabra de una manera muy común, aun cuando ni siquiera sabemos el real significado, que es lo que nos provoca envidia, o si realmente somos capaces de sentir o provocar envidia.

El significado de envidia es el sentimiento de tristeza o enojo que expresa una persona por el deseo de hacer o tener lo que otra persona, ósea la envidia no es otra cosa más que nuestra incapacidad para sentir felicidad, por el triunfo, los logros, la felicidad o las bendiciones que otras personas poseen. 

Ahora que las redes sociales están tan de moda, es mucho más fácil decir estupideces, entre ellas una muy común que veo en los estados es “Hablan por envidia”. ¡Me muero de risa! la gente no habla por envidia, probablemente habla porque estás dando de qué hablar, por falta de valor moral para confrontarte, pero la envidia normalmente nos deja callados, la envidia normalmente es un sentimiento que la gente nunca acepta abiertamente, ya que al demostrar envidia nos pone por debajo de los demás, por lo que cuando “el rio suena es porque lleva agua” y es una babosada pensar que mientras la gente habla tú te haces famosa, te harás “popular” del “populacho” pero no más.

Otro es “Soy una gran mujer por eso causo envidia” ¡Mil disculpas pero no! A menos que al decir gran mujer te refieras al tamaño, pero ni así. Al referirse a una gran mujer, como una mujer que ha salido adelante con altos estándares morales, con respeto por sí misma y la gente que la rodea, con respeto por una sociedad y sus reglas civiles, y que si se ha equivocado se levanta y se queda CALLADA, esas grandes mujeres no provocan envidias, provocan respeto, así que si te crees una gran mujer y provocas malos sentimientos, es porque no lo eres tanto.

La más triste “No me odies por ser bonita” ¡Hay no inventes! Aquí de veraz que se pasan, una mujer bonita, que realmente es bonita, ya sabes bonito rostro, bonito cuerpo, bonito espíritu, bonito carácter, no causa envidia, causa admiración, un rostro hermoso y sobre todo con una sonrisa dulce, una chica que siempre te habla lindo, que siempre tiene palabras positivas y de elogio, no causa malos pensamientos, por el contrario ¡Todos queremos tener a alguien como ella a nuestra lado! Así que si te crees bonita y la gente te voltea la cara algo debes estar haciendo mal, tal vez creértela demasiado…

Y por último “Nadie puede calzar mis zapatos” ¡Hay aquí si yo las mato! No sean payasas, siempre hay seres humanos mucho ¡mucho mejores que nosotros! y aunque por supuesto que las hay peores ¿Cuál es el punto de presumir de esa manera? Cuando una mujer ha pasado por muchas dificultades y su experiencia en el dolor es grande tiene la habilidad de ayudar a otros, se compadece de los demás y desea siempre poder hacer algo para que los demás no pasemos por lo mismo, o por lo menos nos ayuda a aligerar un poco la carga, una mujer que calza grande, a diferencia del hombre no es cuestión física o fisiológica, es cuestión del alma, así que si te crees “Patona” y la gente a tus espaldas se burla es porque seguramente tus zapatos les aprietan.

Todos tenemos la capacidad de sentir envidia, todos somos capaces de provocar envidia. Los que sienten envidia normalmente son seres humanos con una visión muy pobre de sí mismos, que no pueden ver sus propias bendiciones, sus propios logros, los dones personales, la gente que los ama y sus capacidades físicas e intelectuales. Los que provocan envidia son seres que jamás han tenido nada y que un logro lo maximizan para opacar a otros, que no comparten una bendición, que rigen su felicidad en dones materiales, se dan valor pisoteando al que no tiene, y presumen de cualquier y más mínima cualidad. Pero también estamos los neutros, los que siempre somos felices con la felicidad de otros, los que siempre celebramos los logros de otros, los que siempre nos alejamos de los envidiosos o los que disfrutan de provocar envidia… Y tu ¿En qué grupo te encuentras?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mis Muertos


Políticamente… Mis muertos

Este 2 de noviembre se celebra, festeja, conmemora o ya ni se, el día de muertos, me queda claro que es un día que por tradición se recuerda a los seres queridos que se nos han adelantado, pero también recuerdo las flamantes borracheras en los panteones o cementerios en este día en México. En fin para mí solo es un día de recordación, un día mas, porque durante al año hay muchos, en los que pienso en mis muertos. Ahora que pasó de las 4 décadas mis muertos han aumentado y confió en que la cantidad seguirá creciendo si es que no me voy yo primero. Lo que es un hecho es que unos me duelen más que otros, a unos extraño  más que a otros, y a unos ni siquiera los he perdonado por haberme dejado atrás y de esos es de los que quiero hablar, así, mi lista de muertos se reduce a 3.

La primera fue mi mejor amiga de la preparatoria, quien después de matar a su novio se dio un balazo con 3 meses de embarazo, a ella no he podido perdonarle la cobardía y de pilón haberme llamado para despedirse antes de suicidarse, tengo que reconocer que ya no me persiguen sus canciones favoritas alrededor de la fecha de su muerte, ni tampoco salen de la nada comentarios sobre ella justo a días del aniversario de su muerte, por lo que quiero pensar que ella ya me perdono a mí el que yo, no la haya perdonado a ella, su ausencia me dejo un “Y si no se hubiese muerto: ¿dónde estaríamos ahorita, como sería su bebe, se hubiese casado solo por el civil  (la iglesia era un farsa para ella)como soñaba? o tal vez sería de esas hermosas amistades de adolescencia en donde mantienes el cariño vivo por medio del recuerdo” –no se y nunca lo sabré.

Mi segundo muerto fue mi padre, él siempre me dolió incluso antes de muerto, fue mi primer amor, mi primer amigo, mi primer confidente. Verlo enfermo fue una tortura, pero siempre confié en que era un luchador ¡Ese hombre que tanto me amaba no podía dejar de luchar! y no fue así, hoy por hoy no quiero pensar que se dio por vencido, hoy pienso que llego primero el coagulo en su cerebro que todos los medicamentos que tomaba, pero al principio y a mis 15 años cuando murió, el sentimiento de abandono fue tan grande que mi vida nunca fue la misma y al igual que Paty me dejo con muchos “Y si”. De seguro se volvía a morir si supiera que vivo en el país que él se crio y en el que nunca quiso vivir y al que nunca confió la educación de sus hijos, creo que él me abrazaría muy fuerte cada vez que yo le contara lo mal que he educado a mis hijos, creo que nunca le hubiese gustado mi primer marido y al segundo lo tuviera muy bien vigilado, estoy segura que disfrutaría mucho de mis nietos y Juanito fuera un mejor hombre, y de Hilda no sé, creo que el jamás me hubiese hecho sentir estúpida por criar a la hija de otra.

Mi tercer muerto y el más reciente es mi tío Mano, el me salvo la vida varias veces y a pesar de eso no le perdono se haya muerto en mi ausencia, que no me haya permitido estar con el de perdida para darle las gracias y después de su muerte perdí el sueño de regresar a México. La primera vez que salvo mi vida fue cuando me divorcie, sin él y mi suegro (ex suegro, en fin a quien le importa, odió los “ex”s) el haberme deshecho de mi marido hubiese sido un infierno “financiero”, me acogió en su casa y ya no me salí hasta que decidi probar otros aires en otras ciudades de México. La segunda vez que salvo mi vida fue cuando me dijo un día en la madrugada, como a eso de las 6 am, cuando regresaba de mis acostumbradas parrandas –Hija ¿No crees que estas tomando mucho y muy seguido?- Viniendo de él, un alcohólico, fue un shock muy grande, lo mire, me miro, me palmeo la espalda, agacho la cabeza y se fue a esculcar en la cocina entre los escondijos de la Chavelita, tratando de encontrar algo dulce (era diabético) yo me metí a la recamara, vi a mi hijo dormido, lo abrace, me metí a bañar y no volví a emborracharme más, desde entonces disfruto del alcohol como cualquier monja disfruta del rompope. La tercera me dijo –Vale la pena intentarlo, si no funciona, no fue por falta de buena intención- y no puedo dar más detalles, lo cierto es que mi tío fue el padre que estoy segura mi propio padre aprobaría.

Los demás muertos tienen una importancia muy grande en mi vida, sobre todo aquellos que extraño, ya que son los que tenía uno más cerca, los que me duelen es por que murieron prematuramente, ellos son diferentes, el sentimiento lleva más resignación, y pasan los días más ligeros, pero los que uno no perdona la carga es más pesada. Confió en que un día el recuerdo de estos 3 maravillosos seres en mi vida sea más llevadero, mientras los cargo en mis pensamientos y busco entre lo aprendido por la vida dejarlos ir, con todo y el sentimiento de abandono.

martes, 1 de noviembre de 2011

Hombres parte 2


Políticamente… Hombres 2da parte

Durante el tiempo que llevo escribiendo en mi columna, nunca ¡nunca! Me ha enviado ninguna “indignada” un correo quejándose de las miserias que escribo, por el contrario siempre ¡siempre! Los “indignados” son los hombres. Estuve analizando la situación y me pregunte ¿Por qué los hombres se indignan cuando una mujer habla sobre las miserias de nosotras mismas? Encontré varias razones pervertidas, como que les recuerdo a su mamá, a sus hermanas tal vez, o porque están rodeados de tanta basura que les parece ofensivo que hable de mujeres que para ellos son “comunes” y sobre todo “grandes mujeres” en su vida. La realidad es otra, los hombres se “indignan” porque nosotras las mujeres hemos permitido que nos victimicen, si, nosotras de nuevo somos responsables.

Las mujeres siempre hemos tenido grandes logros desde la época medieval con Sor Juana Inés de la Cruz, La época de Jesucristo con Magdalena, la época de la revolución francesa con la poetisa… perdón olvide su nombre, en fin, esa poetisa que dijo que el sufrimiento de la mujer es causada por ella misma. Las mujeres tenemos siglos, si ¡siglos! De logros y triunfos, por siglos fuimos capaces de mantener a nuestras familias unidas, a una sociedad compasiva del prójimo, comprometida con nuestras culturas y creencias hasta que llego la “liberación femenina”, esto lo explicare en otro artículo.

Definitivamente siempre hemos tenido mucho poder sobre la sociedad, quien definitivamente nos quitó ese poder fue el hombre, su cerebro no alcanza a asimilar que un ser sin músculos aguante tanto dolor, que un ser vulnerable sea capaz de tumbar a Goliat por un hijo, que un ser tan bello pueda dirigir las vidas de una familia y una comunidad entera; así que, por la famosa lucha de poderes que los seres humanos hemos experimentado por siglos, el hombre sometió a la mujer y le dijo que era débil, que no tenía derechos, que debía mantenerse atrás de él, que no “podía”, que no “debía”, y nosotras de taradas como siempre les creímos.

Cuando llego la liberación femenina los hombres, siempre al pendiente del poder, nos dijeron “Ahora si pobres mujeres sometidas por tantos siglos, nosotros los hombres les damos derecho al voto, a escoger con quien se casan, si se casan y si quieren hijos, les damos el derecho a trabajar” –Muy conveniente para ellos por cierto- “Les damos el derecho a estudiar, nosotros los hombres las hemos sacado de su hoyo ¡pobres mujeres! Les damos el valor que todo ser humano merece ¡nosotros los hombres las hemos salvado!” y nosotras nuevamente de taradas les creímos.

Y empezaron a victimizarnos, a apapacharnos, nos han hecho creer que somos valoradas como seres reprimidos que “hasta ahora” –por supuesto que no- pensamos y actuamos con valentía y coraje para salir adelante, cuando no es verdad, nosotras siempre hemos sido grandes aportadoras para nuestra sociedad y fuimos nosotras quienes luchamos por la igualdad -cosa que también se ha malentendido y que explicare en otra ocasión- Ese sentimiento de que el hombre nos liberó y nos dio oportunidades se lo hemos pasado a nuestros hijos, que por supuesto nunca !nunca! Han leído sobre grandes mujeres de nuestro pasado y por consiguiente sienten que es absurdo que se hable de las miserias de una mujer que ha logrado “tanto”, les parece que al hablar de nuestros errores se le quita valor a nuestros logros.

Me apena informar que en su lucha por el poder, en su lucha por probarse mejores que nosotras, en su lucha por victimizarnos para hacernos ver pequeñas, se están perdiendo de la maravillosa oportunidad de conocer a las mujeres de verdad, están malgastando su energía en absurdas demostraciones de “comprensión” y “apoyo” cuando podrían caminar hombro con hombro con nosotras y nuestros hijos, y nosotras las mujeres estamos permitiendo que se lleve el galardón del “libertador” un ser al que nosotras dimos vida, hemos amamantado, hemos educado –algunas veces muy mal por cierto, como los machistas por ejemplo- y hemos empujado a ser mejor cada día. Esto no quiere decir que debemos despreciar al hombre, yo personalmente sin mi esposo no vivo, pero no debemos permitir que nos victimicen, no son nuestros libertadores, no son nadie para decidir que se dice de una mujer y que no, no están en nuestros zapatos y jamás podrían calzarlos. El día que los hombres dejen de pensar que hemos tenido logros “hasta ahora” ese día nos están verdaderamente valorando y nosotras las mujeres debemos dejar esa lucha absurda de la “igualdad” no podemos por ningún motivo ser iguales, pues entonces dejaríamos de ser un complemento.

Tengo fe en que un día nos valoraremos por lo que siempre hemos sido, no por los logros actuales que son burdos y torpes, que se nos quitara lo taradas y dejaremos de hacer comparaciones sobre quien es mejor y nos dedicaremos a amarnos como nuestra biología física lo dicta y nuestro corazón de mujer lo intuye, y por ultimo para los “indignados” las mujeres podemos despedazarnos, pero nunca nos haremos daño… un privilegio que nadie tiene derecho a quitarnos.
Rosalbajm66@hotmail.com